La sacerdotisa sin sotana

poema de San Brendano

Niñas adormecidas por consecutivos soliloquios.
Desmayadas en aquel lecho ubérrimo presionan los ojos para no sollozar.
Tajonadas entre cada inverosímil seductor remanzo columbran un estigma.
La infantil meretriz se halla vacía.
No atisban el diametral goteo que simboliza el concebimiento amniótico.
¡Como sentí aquel recuento de pecados maldecir la estirpe real!

Yo, pequeña mojigata, adoradora inadmisible de las artes blasfemas y los nigromantes oscuros.
En los anocheceres, pierdo la teatralidad y como la más rehuyente de las santas le hago el amor sin pernoctar un afecto. El estimulo se hace esporádico, ansioso, pero jamas satisfecho como de hace siglos lo eramos, al manifestar una risa frente al empobrecimiento de las marchitas flores.