La muchacha de cristal

poema de San Brendano

Órganos, semen, prolactina y amenorrea, dos caras diferentes del testamento oblicuo del falange.
Cómo siempre, la muñeca de porcelana, tulipan de orozuz, clotilde menopausica, recuento celular de neutropenia, algarrobo mismo, al oír una campaña Helenica.
En su sanctorum, con doce diademas turquesas, dos piedras esfericas de onixes, un ojo de gato, átomo de barilo, aguamarina y tanzanita, alejandrina, perioto y fluorina, yace. Silvestre, merodea en las amplias ciudadelas de la aristocracia. Los monasterios son enormes y bucamanos. Los soles, radiantes, esbeltos trazos del cielo porcelanato, Oh, jardines menguantes, Oh, corazón, femenino tras la visión del fósforo azul, restallante en la vida, físico alquimico que irradia purpurinas lentejuelas, adheridas en los lentes macros, camino de oro, palacio blanco. ¡Oscuridad del gen!