Bosque

Aunada, por el llanto del enclenque, quisiera dormir en el pecho de mi naturaleza.
Sollozante, quebrada de belleza ante el mundo del soplo, he de renacer como un sépalo.
Mi origen serán los animales y los populachos de cada ciclón.
Empezando por el rico y el joven pobre, ese quisiera ser yo.
La madre natura me ha dado versos para morir en las plantas Silvestres.
Como buena fundadora de la vida, soy del sol de platino y el chillido del soñador.
Mi rama porfía, sale de la vena que lleva a mi alma, santa sea el misero ser que embriaga al misterio. Nacer bajo la mascara de los niños pequeños. Mis alas, se sujetan cual colibries, despuntando el torreón de los malcriados. Con pesar adorado, sostengo al que llora para hacerlo fuerte. Y no son las hierbas mortíferas, las que me broncean. Es la mirra del campo, junto al rebuznar de la oveja.