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poema de Saida Cerdán

No quiero ser otra causa más del mal que agita las aguas de tu tempestad.
Cederé mi cama, cederé mi almohada, así como mi lugar; a quien te sepa valorar de verdad.
Y si me despido ahora, ¿qué pasará?
¿Me hundiré?
¿Te hundirás?
Quizás me quede aquí; mirando, esperando. Por ser lo que siempre hago: esperar.
De mí y en mí ya no queda nada. Ya no hay nada más que pulir. De diamante o rubí pasé a ser una simple piedra que encuentras por ahí; demasiado pequeña para ver y esquivar, demasiado grande para evitar tropezar. Una piedra que ni uno se molesta en golpear; demasiado plana para tal, no rueda, no hace ná; demasiado redonda para probar si flota sobre el mar.
Pero ella solita se prueba a sí misma.
¿Donde está el límite? Se pregunta.
Una, dos y tres veces más.
No hay respuesta.
Se tira al mar.
No sabe nadar.
Y se ahoga.
Se ahoga sola.
Cree que se ahoga y hace creer a los demás que está muerta.
O que ahí no está.
Ahí entonces comienza a bucear.

Pero creyó ser un pez.
Que poseía branquias.
Que le crecería una hermosa cola de sirena
al rozar con sus labios unas algas de la profundidad.
Se olvidó de que era humana. Y no piedra.
Que usaba pulmones para respirar.
Se acostumbró al sabor del azúcar.
Y vomitó al probar la sal.
Y por miedo a ser rescatada,
se dejó morir.
Sin oxígeno y ganas de aprender,
por muy tarde que fuera,
a nadar.
Sentada sin aire se quedaba
sobre una roca en la profundidad de la mar,
dibujando en la arena mojada,
su más hermoso recordar.

Comentarios & Opiniones

MARIO A. RAMIREZ RODRIGUEZ

Muy buen poema, es cierto a veces queremos nadar en las profundidades del agua pero no sabemos nadar, ni somos peces ni tenemos branquias, solo somos seré humanos intentando sobrevivir, en las redes de este mundo

Critica: 
MARIO A. RAMIREZ RODRIGUEZ

Te imvito a leerme, comentar y seguirme saludos

Critica: 

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