Índole

Índole, insobornable por las normas
como tenedor curvado en banquete real,
affair de cabos sueltos y bártulos ,
aire de frenos expelidos que saben a sal.
Un pensar monógamo en el columpio quieto
rascando las piedrecillas con las puntas del zapato,
sonrisas de acerbo , índole del pasado vericueto
inician el receso entre decires y garabatos.
Índole, ajustada en la bota de aquél gato
acampando en las plazas pobladas de soledad,
sístole indómita que lee el periódico ingrato
ayunando en los balcones revestidos de cal.
Ladrillo decano que sostiene el reuma de los años
la tos ronca de las paredes no se alivia,
la partida de los gorriones lo volvieron tacaño
y se va anidando entre las cosas mías.
Índole, montículo de sillas aparcadas
para el viajero cansado y agradecido
que abre la mano y deshoja una vida
y sienta en ellas todo lo que ha aprendido.
Comentarios sobre este poema