LIBERTAD

Libertad.
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Patria, patria mía que gritas desde las milpas del campesino,
que gimes desde el estómago de los niños y haces de tus hijos,
serviles o mendigos.
¡Oh, patria, patria de mis dolores y mis pesares!
Patria dulce y patria madre,
no permitas que tus hijos se arrodillen y nieguen tu nombre.

Patria que lloras en los rostros de los niños,
no desmayes patria querida
porque un día los tambores de la libertad
sonoramente harán retumbar el cielo.

Y la oscuridad de la noche bajará su velo negro.
Y esos niños serán hombres y dignas mujeres.
Y llegará después la luz por tu ventana,
y el resplandor de tus estrellas en sus ojos brillará
y hará de tu bandera, de tu bandera hará…
Olas nuevas con capacidad para arrollar
hasta el más bravío de sus navegantes:
piratas y hadas, ladrones y rufianes
todos han vivido de tu trigo, tu leche y tus campos.

—¡Amada mía! ¡Patria mía!—

Aguanta la tempestad, te ruego, que pronto,
el sol arribará con nuevo resplandor, despejando todo a su paso;
quemando lo indefendible,
lo indigestible,
devastando lo decrépito…

Luego, alumbrará nuestro suelo y nuestros sueños de prosperidad,
hará retoñar a nuestras generaciones y así como las aves cambian su plumaje,
mutará también lo bueno de lo malo y haremos de lo inútil algo útil
para sondear lo insondable, para hacer un millar de hijos dignos
por el resto de nuestras deidades.

Y por fin, cuando bajen de las montañas,
la libertad de los pueblos será la libertad de los ríos,
y los océanos, dejarán de ser esclavos del tiempo.

Raymond Sánchez.