Cómo hieren los ocasos

Cómo me hieren los ocasos
con sus luces tímidas.
Despunta la noche
que a falta de astro
es una sed de brillos.

Yo no traigo haces de ninguna luz
sobre la espalda.

Traigo dolores como sales
sobre la frente,
dudas como garfios
en los dedos,
esperanzas como cirios encendidos
desde antes que esculpieran
el primer altar.

Traigo la vida
que siempre viene conmigo,
sobre mí, debajo,
al lado, dentro
y sobre todo fuera.

Esta vida que nada sabe
de albas ni de ocasos,
ni de sombras, ni de astros,
ni planetas.

Solo vengo con silencios
porque lo pronunciado,
por muy mío que fuera,
lo solté sobre otros labios,
sobre otros oídos
que no son míos.

Y cierta rabia,
cierto enojo,
cierta angustia,
y aun más,
inciertas alegrías
como aguas empozadas
sobre el alma.

Cómo hieren los ocasos
con sus luces tímidas,
con sus aguas estancadas.