El amor de mi vida.

poema de OsoNaranja

El amor de mi vida.
Han pasado ya varias semanas desde que nos fuimos, dejamos de ser uno y fuimos dos, me he replantado esto hace algunos días y si, verdaderamente fuiste el amor de mi vida...
Pero, ¿de cuál vida?, de mi vida llena de dudas y mentiras, ¿de mi vida falsa en la que me dediqué a aparentar todo lo que no era y nunca seré?, ¿a caso esa era realmente vida? ¿Acaso fuimos reales?, y lo fuimos, fuimos reales en una realidad en la que todo pasa y nada afecta, en la que nuestros instintos reinaban sobre la razón, en una realidad que creamos solamente para nosotros en la que tú y yo reinábamos, nos alejamos de la verdad y de la coherencia, del sentido y la congruencia, nos enraizamos y dimos vida a la frase “eres el amor de mi vida” pero todo tiene un precio... alejarnos, perdernos en nosotros, olvidarnos del mundo dio paso a un espejismo, a una ilusión ¿a caso ya no estábamos viviendo realmente?, ¿a caso nuestra creada realidad nos había atrapado y nos creó cautivos de nosotros mismos? Y así fue, no solamente cautivos si no prisioneros y esclavos, no lográbamos dilucidar quién era quien y quien no era quien, estábamos extraviados pero encontrados en uno mismo y esos sentimientos de ser creados uno mismo y a su vez extraviados en nosotros mismos nos fue derrumbado, nos fue destruyendo y nos fue mutilando solamente para darnos cuenta que ya no éramos si no, somos.
Y asustados y espantados corríamos enpenumbrados sin encontrar salida solo reconforte en nuestra frase “eres el amor de mi vida”
Estábamos exhaustos estábamos cansados, a menudo alucinábamos con ciertos Te amo y ciertos Te extraño... corríamos, saltábamos, caíamos y rodábamos a menudo atolondrados por falsos Te deseo y falso te quiero...
Te extraño ya no era, si no era me extraño, te quiero ya no era si no era me quiero, me quiero, me quiero, te amo, te amo, te amo, me quiero, me quiero, te amo, te amo, me quiero, me quiero, me quiero, te amo, me quiero, me quiero, me quiero, me quiero, me quiero, ya no te quiero.
Y al decir esto, me sentí vivo y me sentí mío.
Y al parecer me había librado de aquella vida del pasado, no sin antes haber aceptado que el amor, de mi vida, se había marchado.