El brebaje ( a mi escritor favorito "Jorge Luis Borges")

poema de Quiplato

El hombre ceniciento contemplaba temeroso el brebaje. El líquido era de todos los colores y a la vez de ninguno. Un vapor metafísico emanaba del místico brebaje, y su aroma era como el de las hojas de un viejo libro. El anciano, que era el artífice de aquella misteriosa bebida, había buscado toda su vida, de manera infructuosa, decifrar el enigma, la clave detrás del universo. Finalmente pensó que lo había logrado, que con aquella mágica poción, podría de una vez por todas lograr que la reticente esfinge hablara. Tomo el cristal entre sus dos sarmentosas manos y lo escudriñó detenidamente durante un largo rato. Cuando estaba a punto de beberlo, vaciló por un momento, pero luego tomando coraje, se zampó bruscamente el oscuro brebaje. Inmediatamente, después que el líquido hubo fluido por su garganta, el cristal se escurrió de sus manos,
desplomándose y despedazándose en un sordo ruido; su piel entera se crispó como si una corriente eléctrica le hubiera recorrido el cuerpo, sus pupilas se dilataron hasta casi ocupar todo el cuenco de sus ojos, y su rostro adquirió un tinte fantasmal ¿Que decir de lo que sintió aquel hombre? Fue un sentir de sensaciones. Todas, absolutamente todas, confluyeron en un único e infinitesimal instante, donde vio lo que Heráclito vio al contemplar el fugitivo río; donde intuyó el SER que Parménides intuyó; donde gozó de la idea del bien de la cual Platón gozó; donde sintió a Dios como aquel nazareno lo sintió; donde fue Bruno, Galileo, Newton, Darwin, Einstein, Feynman, Hawking, todo científico que la tierra alguna vez pisó; donde fue aquel ciego al cual el oro nunca abandonó; donde fue un ente galáctico que jamás concibió, donde fue todos aquellos que el olvido borró; y donde fue todos los seres que aún el tiempo no engendró. Luego de haber visto, sentido y entendido todo lo que los seres alguna vez pudieron o podrán ver, sentir y entender, comenzó a deambular frenéticamente de un lado a otro sosteniéndose la cabeza. Finalmente, tomando un papel, absorto en sus pensamientos, incrédulo aún de lo recientemente ocurrido, y mientras el sudor le bañaba el arrugado rostro, con una pluma y negra tinta, tremulamente escribió la sentencia nunca dicha que los años jamás dejarán caer:
"Solo sé que no sé nada".

Comentarios & Opiniones

Artífice de Sueños MARS rh

Saludo nuevo.
Interesante relato, y mejor la que concluye.
Tremendo lío ponerse de acuerdo entre tu nazareno y Giordano Bruno en una sola cabeza. Pero vamos. que da gusto leer estas aventuras.
Saludos y por eso que siga la buena inspiración.

Critica: 
ELVIRA COLQUI

Bello relato

Critica: 
María del Rocío

Magnífico!!! Mucho gusto!

Critica: