Invisible

No te vi... a pesar de que estabas en frente de mi no pude verte,
no vi la  luz resplandeciente que brotaba de tu complexión divina,
solo me enfocaba en la oscuridad de mis problemas tratando de  resolver aquel puzzle incompleto sin darme cuenta de que tu eras aquella pieza indispensable para resolverlo.

Y tú, sin embargo lo hacías, me observabas con esos ojos saltones muy atenta como si se tratase de un gran tesoro que al parpadear desapareciera de la faz de la tierra, y no tan solo eso, sino que también me escuchabas como si mi voz fuera la más dulce melodía.

Cuando por fin apareciste ante mis ojos ya era tarde, tu mirada había emigrado de mi cuerpo como ave en invierno para llegar a los cálidos brazos de alguien más,  alguien que te miraba de la misma forma, una mirada llena de deseo y amor, con ganas de descubrirla tanto física como mentalmente, alguien que era capaz de tocar su alma y algo más.

Y me quede solo, de nuevo, enfocándome una vez más en la penumbra  de mi dilema, pensando en cuantas veces he perdido la oportunidad de ser feliz con alguien más, de poder compartir mis más grandes secretos con esa persona especial solo por correr detrás de lo imposible, sin percatarme de que otra me regalaba su dulce mirada junto con su bella sonrisa.

Y así vamos, o así voy, en un circulo vicioso desviviéndonos por las migajas de atención de alguien que nos ve como seres inferiores, indignos de su tiempo cuando para otros somos el centro del universo, la joya más hermosa y exótica jamás encontrada, la llama que enciende su alma, el Norte que le da sentido a su vida...