Tragicomedia

Cada individuo es un mundo mental con un orden habitual,
creo estar lúcido, dilucido mundos minúsculos,
no se por que combino conceptos solo actuo,
en la oscuridad como búho, evacuo de mi ser hacia lo mas profundo,
hago un clavado al abismo crudo, soy parte del engrudo que menea en un infinito embudo.
Traduzco lo que siento pero soy tartamudo,
quiero ser un dios y no por el poder, sino para dejar de arder,
de la guerra constante salir ileso no se puede pretender.
Nacer para morir en un sin fin de acontecimientos,
la materia en crecimiento,
el sentido no fue añadido a la mezcla de los cimientos que construyen a uno, al sol y al viento.
Entre textos padezco, aparezco y desaparezco,
somos fantasmas que están en pequeños momentos,
campos energéticos autoconociéndose y riéndose de su que hacer,
maquinas orgánicas que creen el universo que los rodea entender y su menester,
personajes actuando el guión cultural epocal,
razonamientos que desatan otros razonamientos, de nada sirve si el nudo no tiene final ni comienzo.
Creemos que el manejo del lenguaje nos da libertad de voluntad, pero ni cerca, no se puede saltar la serca de una cárcel sin fronteras.
Caminatas en soledad que despejan del cólera del sistema donde nuestro espiritu navega,
cuanta metafora para jugar en la inocencia de este lema.