Pecados capitales: Soberbia

En noches solitarias e inmensas
siento el gemido de mi pluma
cruzando las paredes
con ligeras trizaduras,
son voces que emergen
de mis recuerdos
de viejos pasados palpados
en mis vidas distantes
o mi sentido de la vida
de futuros de blancas esferas.

La pluma hundida en el tintero
llama al pincel de mi puño,
no hay tiempo ni lugar para negar
el ancho versar de mis sombras
en marejadas de rimas caídas,
soy esclava de sus olas de tinta llena.

En atrevido chasquido salpica tinta al papel
y con lenguaje balsámico y fino:
“Vuestra merced hemos llegado
a la conclusión del error que ha estado cometiendo,
vuestras raíces son las voces felinas y sensuales
que plasma en sus obras,
no mas brisas pérdidas en otras nubes”.

Pensativa en mi cólera del secreto
y mis oleajes desbocados en las mejillas,
respire en mi sangre que no se disuelve
y sin olvido llovió la luz en mi corazón,
¿la hoja cae en los Otoños?,
¿mis ternuras y dolores vivirán en la oscuridad de los cielos redondos?

En el polvoriento desván de un oxidado tiempo,
en el baúl de mi infancia,
con eterna alegría de niña presente
me abre sus brazos como siempre,
mi primera pluma con nuestra huella de papiros recorridos,
y en ella nace esta nueva oda escrita.