“Preludio de la Lluvia”

“Preludio de la Lluvia”

El día amaneció con su melancólico traje
De gris plomizo y su oscuro equipaje
Lo delatan sus grises intenciones
Trayendo el cielo consigo
Unos oscuros nubarrones.

Pronto comenzara a llover
Y en las calles se formaran si querer
Espejos de agua por doquier
Que romperán sin saber
Mis cansados pies con su cansino andar
Y en el espejo de mi alma se reflejan
Las grietas del tiempo que lo aquejan
Las mismas que le fueron quitando
A mi corazón las ganas de soñar.

Húmeda y triste canción
Que escriben las gotas de aguas
En la gris partitura del hormigón
Con su repiquetear cristalino,
Sube el cuello de su negro abrigo
El dueño de los caminos
El Poeta y mendigo
Se marcha la sombra que camina
Y a la distancia entre la lluvia cristalina
Parece una difusa mancha que se diluye
Castigada por el viento
Que sobre el fango se destruye.

Mis hojas moribundas y destrozadas
Parecen hablarme con su mirada
Sucias, mojadas y en barradas
Implorando por el Mendigo ser rescatadas
Parte de mí se queda con ellas aferradas
Para compartir su dolor
Puedo sentir su profundo amor
Me quedare junto a ellas
Para desintegrarnos en el lodo
Ser parte del fango del olvido
Y pasare a ser el eco frío y odiado
Que lleva en el viento en su silbido.

Las veredas desoladas
Las calles mudas y abandonadas
Por el mundanal bullicio de la gente
Son inmóviles testigos
Donde quedan marcadas
Por el fango rojizo
Las huellas del Mendigo,
Solo queda un perro vagabundo
Que me mira indiferente
Desde un terreno baldío
Guarecido en su madriguera
En el viejo tronco de una Higuera
Todo mojado y temblando de frío.

Puede sentirse en las lagunas
Las plegarias de las ranas
Invocando a la Diosa Luna
Dando rienda suelta a su alegría
En esta tardecita lluviosa y fría
Las calles llenas de agua, hojas y ramas
Que el viento arranco a su paso
De los árboles azotados,
Desnudos y abandonados
Por sus hijas las pequeñas hojas
Que el viento cruel las arranca
Y de ellas los despoja,
Comienzan a llegar las sombras
Anunciando el ocaso
Trayendo entre sus brazos
La Noche que se agiganta sobre sus pasos.

Se pierde lentamente en la distancia
Dejando a su paso como fragancia
Sus huellas por los caminos
Como negras perlas de su destino
La sombra del MENDIGO
Que sin rumbo va,
Quedan unos pocos transeúntes
Cobijados bajo sus paraguas
A los saltos como los sapos
Entre las calles cubiertas
Inundadas de barro y agua
Solitarias y ya casi desiertas.

Un relámpago estalla en el cielo
Alumbrando la sombra del Mendigo
Con sus quimeras y desvelos
Que regresa a su guarida
Lo espera una fogata casi encendida
Un pedazo de pan duro
Una taza de café viejo, amargo y sin gusto
Lleno de borras donde puede verse
En las mismas su negro futuro.

Pese a sus tristezas
Le da vueltas en la cabeza
Las rimas y las decimas
De un nuevo poema
Y en un viejo y arrugado papel
Dejo este poema para vos Adéle
Escrito bajo la lluvia
Con la tinta de su sangre
Que corre por su piel,
A la luz de una hoguera encendida
Que se ira apagando lentamente
Al igual que su Efímera vida.

Mario Anónimo

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