"La Vidriera"

“Un Cuento de Navidad”

Con esencia de poema, perfumado de poesía, con fragancias de pobreza y humildad.

“La Vidriera”
Una noche como pocas
otra noche como tantas
donde las copas cantan
al chocar del cristal
retumbando en el cielo ancestral
donde sueños la noche cobija
en esta fecha tan especial,
Diciembre 24
una noche como tal
donde las campanas
al libre albedrio resuenan
anunciando la Navidad
en esta Noche Buena.

Desde un rincón apartado
Guarecidos en la oscuridad
Dos sombras observan
El movimiento de la ciudad
El Poeta y Mendigo
Junto a su perro y fiel amigo
Observan el trajinar
Que dejan los transeúntes al pasar
con paquetes cargados
por relucientes moños adornados,
Y los niños emocionados
Esperan la llega de Papá Noel.

Al verlos tan ilusionados
al Mendigo le corre un frío en la piel
no puede creer
lo que sus ojos están observando,
desde en un rincón
Humildemente mirando
recostados a un viejo paredón
como parias leprosos y olvidados
una madre y sus tres hijos
por pobres y humildes
por la sociedad despreciados,
los niños miran desconsolados
una vidriera iluminada
de hermosos juguetes abarrotada
Donde no falta nada,
parecen hipnotizados
sus pequeños cuerpos
frente al vidrio recostados
miran sin pestañar
cuanta belleza sin poderla tocar
y menos aún alcanzar.

Tres hermanos pequeños
que por su ropa tan vieja
remendada y zurcida
delatan y aquejan
la miseria de sus vidas,
Y la Humildad de sus sueños,
Se reflejan en la vidriera
Sus inocentes caritas sucias
su pelo despeinado
sus pies descalzos
su profundo y triste mirar
sus ojos consternados
no pueden parpadear
para no dejar de apreciar
tanta belleza inigualable
para ellos inalcanzable,
¡¡Justamente en esta noche!!
La luz de un coche
Que pasa apresurado
Refleja a la madre
Que dulcemente los ha abrazado
Y en el vidrio ha quedado
Como un sello estampado
La imagen del más pequeño
Que una lágrima ha derramado,
La madre compungida
Trata de consolarlos,
Larga un suspiro largo
El Mendigo en la oscuridad
De tanta ira y rabia contenida.

Levanta sus ojos al cielo
Como buscando un consuelo
Para maquillar la herida
Que le ha dejado
La noche de este día,
Su viejo amigo lo mira
Y es están profunda
Como triste su mirada
Que le llega hasta alma
se siente como un despojo
En medio de la nada,
Como una premonición
cruza por el inmenso cielo
sin razón alguna…….. como una oración
Una fugaz estrella
Como una lagrima perdida
Dejando en el cielo su huella,
Aunque esta noche hace calor
esta temblando de rabia y frío
es toda su fortuna
una vieja moneda de oro
que hallo junto al río
que conserva en su viejo abrigo.

Con la mirada complaciente
de su viejo amigo
camina el Mendigo
hasta el bazar de los sueños
al verlo entrar el dueño
despierta su curiosidad
y para atenderlo se arrima,
¡¡¡¡¡ Quiero de aquella vitrina
que está en la vidriera
la muñeca que habla
que está mirando hacia afuera,
la pelota, el camión………………..
el juego de herramientas playeras
para jugar en las tibias arenas,
esa pequeña cama tan buena
de animal sin nombre
el negro sombrero de hombre
y dígame cuanto le debo !!!!!
¿Ha juzgar por lo que yo creo
esta moneda por lo que veo
saldara toda la deuda
de lo que llevo?,
brilla la moneda de oro
en los lentes dueño
que acepta el pago
Sin mayor alago,
pero más brillan los paquetes
de sueños cargados
que se lleva el Mendigo
en su vieja bolsa guardados.

A fuera lo espera su amigo
negro como la noche
pero en su frente lleva
un blanca estrella
que alumbrar los caminos
tan oscuros como sus destinos,
se marchan apresurados
siguiendo las huellas
que la madre y los niños
por un largo sendero han dejado
en un pedazo de tierra baldío
abandonado, húmedo y frío
una humilde choza han construido,
formada de restos y pedazos
de chapas, maderas y cartones
donde sobran las ilusiones
y abunda la pobreza,
y en su humilde regazo
los niños rezan
al dios de las alturas
con su manitos apretadas
que se reflejan en las paredes
de las viejas chapas arrumbadas,
la pequeña familia anida
se refleja por un vidrio roto
la flama encendida
como un pequeño corazón
del rustico fogón
que escasamente los abriga
y tímidamente los ilumina,
es tan pobre la soledad
que es dulce y humilde
hasta el silencio cautivo
que sea ha quedado desfallecido
en la punta de los pastos dormido,
se acercan precavidos
y en un viejo árbol torcido
de tanto enfrentar el viento,
dejan los regalos contentos
allí quedaran esperando
la llegada del nuevo día,
se marchan para su guarida
el Poeta y Mendigo
con su viejo amigo
una cama para su fiel compañero
que nunca ha tenido
para él, un nuevo sombrero
negro como la noche de su penar
que deja colgado en el perchero,
aun lo persigue la imagen
de aquellos niños que no puede olvidar
se imagina con que ilusión y cariño
mañana al despertar
podrán al mundo gritar
los inocentes niños
que no pudo la miseria
que se aferró a su piel
pues por su humilde choza también
esta noche ha pasado Papa Noel.

Mario Anónimo