LA CASA DONDE HABITA

LA CASA DONDE HABITA

No le pidas al susurro que sea grito,
ni al río que sea mar,
antes de llegar a él.
No le pidas al niño que sea hombre,
ni al hombre que deje de ser niño.
Pide que entienda para qué es,
quien es,
de qué servirá en cada momento.
Susúrrale al oído el conocimiento,
al amor o al deseo.
Sumerge sus pies en el río,
enséñale a decir adiós a las orillas,
que nunca más sus aguas rozarán.
Deja que el niño juegue a ser dios,
y al hombre que lo sea,
porque si hay un dios,
la casa en la que habita,
es en cada ser humano.

mabel escribano
d.r.
imagen: Google