CAFÉ AMARGO

CAFÉ AMARGO

Hay una nube sola,
mirando a un cielo pleno de pájaros,
inquilinos sin abono de renta.
La luz peina al mar,
mientras se mira en el espejo,
de esa vida que no tiene.
Un sauce sonríe
-en mi imaginación-
al agua que pasa por su orilla.
Asoma el poema,
lo pare un lápiz despuntado
sobre la mesa de mármol
de un viejo café del Borne.
No sé que día es hoy,
me sé enfundada en mí,
con mi soledad arrugada,
-se me ha roto la plancha-
Un gorrión despista a una paloma,
se come sus migajas.
Son las horas que pasan
y un euro con veinte,
por un amargo café.

mabel escribano
d.r.
imagen: Google