APRENDIZAJE

APRENDIZAJE

Aprendí a consolarme sola,
del juguete que no me dieron.
De las monjas que me dejaron abandonada,
muerta de frío en el patio de la incomprensión.
Del dios que no cuidó de mi,
tal vez porque era demasiado pequeña,
y no me vio.
Aprendí a estar sola los veranos,
en el internado de mi infancia.
A justificarlo casi todo,
a no culpar a nadie de casi nada.
Finalmente aprendí que una canta sola,
aunque esté acompañada.
Que una sueña sola,
aunque la otra almohada esté ocupada.
Tal vez por eso me acompaño,
me cuento cuentos sin finales,
que no escribo, con la esperanza de que,
alguien los escriba por mi.
Y espero en un camino vacío,
en una estación sin raíles,
la vuelta de una infancia que dejé abandonada,
en el patio de un colegio de religiosas,
que no amaban de su dios,
otra cosa que el uniforme de boda.
Aprendí a consolarme sola,
a esconder mi tristeza tras el cristal,
de unas gafas de presbicia que sólo ahora preciso.
A mirar de frente mi verdad sin tener miedo,
porque reconozco que no he tenido fuerzas,
para romper el escaparate,
de aquel amoroso juguete que no me dieron.

mabel escribano
d.r.
imagen: Marta Guerri