Tocar.

poema de Demetrio

Toco.
Como un sentido único que impera,
como un déspota exigente de placeres.
Como Dionisios encarnando al fuego.

Bendito derecho irrenunciable
que a todos aplana, que a todos acelera.

Decíme, Aristóteles, ¿este universal sentido, es la igualdad que reclaman feroces voces humilladas y pseudo humilladas?

Y me tocan.
Como un náufrago que a tierras llega.
Como un astro rey sobre cordilleras.
Como niebla, como niebla.

Maldita conexión de nervios y corazón.
En la que todos padecen en la que todos velan.

Soy piel, tal como decir un universo.
Soy entrañas, como decir un humano.

Tocan y tocamos.
Peor aún, nos conmovemos.

Entonces somos Cristo.
Cristo tocado en el borde de su manto.
Cristo tocando intocables excluidos.
Cristo que pide ser tocado en su herida.
Sí.
Que sólo quien nos toca las heridas
Ve a Dios.

Que tocando se mira lo divino.