Perpetua

Hubiese preferido otro final:
las hojas doradas del plátano cayendo,
tus manos en las mías,
tus ojos en los míos,
y a partir de entonces
tus pasos a mi lado,
mi sombra tras la tuya
respirando juntos,
proyectando sueños,
llevándolos a cabo…

O la lluvia a torrentes desde un cielo entoldado,
aplacando el salitre de las lágrimas,
palabras decididas
frases como navajas
y a partir de entonces
silencio entre nosotros,
y un futuro inequívocamente,
indispensablemente,
impostergablemente distanciado…

Hubiese preferido otro final,
a esta incontenible furia reprimida,
a la nostalgia laxa y sin reparos,
al vacío enigmático de tu presencia/ausencia,
a la media alegría que me toca.

No veo el horizonte, pero palpo el futuro:
cayeron tantos muros,
que cuesta imaginar aquella fortaleza.
Las certezas tenían un lado subterráneo
de incertidumbres puras aguardando.

Forjaré caricias y miradas celosas,
fingiré impaciencia porque llegue,
usaré la ternura, cantaré nuevamente,
diré te quiero y gritaré te extraño;
me esforzaré en probarte que estoy viva,
y más en ocultar que algo de mí murió aquel día.

Sin embargo
ya no seré dichosa,
ni seré desdichada.
No seré ya tu reina,
no seré tu luna,
no abrazaré tu sombra,
no dormiré a tu lado.
La vida continúa…
Yo seré amada, tú serás amado,
cambiarán las estrellas,
avanzarán los años,
reiré, reirás, reiremos
detrás de una sonrisa con sabor a verdad.
Pero en el fondo dirás todos los días
“¿Habré elegido bien?”
y en el fondo diré todas las noches
“¿Habré elegido mal?”