Después de haberte conocido

Jamás podré despedirme de ti ni de lo que representas para mi, porque estoy seguro que después de veinte años o más de no tenerte, me costaría hacerlo veinte años más después de haberte conocido.

Jamás podré despedirme de ti por lo increíble que tu has sido desde siempre para mi, por lo increíble que eres ahora aún no estando ni remotamente cerca y aunque nunca me lo creas. Podré, y eso muy a medias que te quede claro, despedirme de ilusiones y de uno que otro sueño que he tenido yo a tu lado. Podré despedirme moderadamente del vicio de tus labios, de las ganas tan nocivas de abrazarnos y que éstas al final, se terminen convirtiendo en un orgasmo placentero para ambos; porque aquí, en esta vida, muchas veces resignarse no es la opción, pero muchas otras lo que sueñas no se cumple o jamás se materializa.

Así que, ya no esperes una despedida mía por el resto de tu vida, porque podrán pasar bastantes días sin saber de ti o tu de mi, podremos ausentarnos y muy seguramente hasta extrañarnos; pero entendí, después de haberte conocido, que duele más soltarte así de tajo o de a poquito, sabiendo de antemano que te quiero demasiado y que te quiero bien bonito.