El mal es un vaso rebosando

poema de Julie

Se detuvo el vivir derruido siendo huésped de aquella noche.
Deliran sin luz los ojos acobardados,
las horas se apagaban despacio.
¡Sólo éramos jóvenes con el pecho latiendo!
-Habría que callarlo todo. Todo lo que nos hiciera daño.
Dolerá el respiro de algunos rostros desalmados. Y pasarán los años, las lágrimas de algunos insectos torpes. La codicia de los inhumanos.
¿Y quién no querría sumergirse en el mal, como si de un vaso rebosando se tratase?
¿Y quién no querría, aunque fuera una vida breve, escupir todo lo que arde? ¿Callarlo pero no callarlo?
Tengo 17 años
y un desierto inundado que todavía me vuelve inocente. Inocente el estruendo que hace temblar la vida. La vida triste que muere rodeada de parásitos.
Y tan sólo con 17 años,
incliné la cabeza bajo la mesa. Un gesto desapercibido para los impuros,
que beberán de mí.
Y nadie jamás,
sabría pues adivinar lo que llevo dentro,
por mucho que observasen el final de un vaso rebosando.