Al otro lado

Noche tras noche,
alguien subasta las gargantas que nacen.
Nace lo oscuro, la enormidad claustrofóbica del indefenso embrujo plural.
¡Han muerto las flores en mis manos!
¡Han muerto las personas que amo!
Y del estruendo reviven las palabras no dichas.
¿Qué es lo que vive en mí
y me come lentamente?
¿Acaso las miradas huérfanas
no envenenan el mundo
de codicia?
Vendería mi conciencia
a algún enfermo de la vida
sólo por llegar a ese desparasitado lugar.
Oh, lugar anhelado donde el tiempo galopa sin culpa
y no es nada sino todo, lo que torna impecable
al caer la noche.
¡Corazones andantes, rebosa el hedonismo
en el plácido sueño de la amargura!
¡Qué tierno desnudar los sonidos que piensan!
¡Qué dulce la sangre del olvido!
El humano nunca será tan humano,
el aire tornará puro
al caer la noche
y alguien podrá afirmarlo:
¡Estoy vivo!
Sin embargo, yo preguntaré:
¿Dónde se encuentran los poetas?