Vio en Dios las primeras luces y cadenas..

poema de Jose Gonzalez

"Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya,
a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó."

Génesis 1:27
(Acerca de Lilith.)

*

Vio en Dios las primeras luces y cadenas,
los espacios ajenos a los hombres
que aún murmuran en dudas los ateos,
persiguen los herejes, se callan los agnósticos,
preguntan incluso hasta los fieles.

Dios no respondía. Estaba hecho
de columnas y espacios definidos.
Su palma sostenía las estrellas
y toda la tierra del jardín perfecto.
Él no habla las lenguas de las criaturas
que preguntan sus horas, sus cuestiones
al árbol de la vida.
Hizo su obra y se durmió en lloviznas,
dejó la incertidumbre de los días
a la humana criatura inaugurada.

Ella se fue, desnuda como un grito
iba entre el silencio de los árboles.
Que distraído Dios, que adormecido,
que ofendida reserva mantenía
que no vino a esconderse y detenerla
con espadas de humo y resonantes voces
entre el tímido amor de la penumbra verde.

Te quedarás a honrarlo con tu existencia
sin preguntarle sus voces y requiebros.
Escondido en sus dedos aún te quedas
este rincón que señaló en su cuerpo.

Si no quieres venir yo me iré sola
sobre la tierra que no tiene caminos.
Late tu corazón, no es por mi ida.
Es el alivio de esta despedida.

Dile cuando se asome que lo quería
porque hizo la lluvia y las raíces.
Porque al ver mi partida no ha interpuesto
el brazo de su amor vuelto avaricia.

¡Ven conmigo! ¡A inaugurar caminos
que en los campos más allá de Edén se han recostado
sobre el oscuro cuerpo de la tierra!
¿Es que no puedes oír el agua, el río
de esos países lejanos e insospechados?
¡Ay, los escucho! ¡Cada noche duermo
sobre el murmullo de su ardiente paso!
Allí han ido los árboles, y crecen
extendiendo su luz y sus ocasos.
Verdes sus ramas se inclinan hacia el Este.

¡Ven conmigo! ¡Mi amado!
Iremos juntos y comeremos los dones y los brillos,
tu mano extenderá mi vida.

No viniste conmigo, y me fui sola.
Vi los campos y ríos inesperados,
hallé el curso del agua que quería.
Hallé rosas secas, y pajaritos,
espinas y cardos florecidos.

Se que viviste. Vino ella y se quedó contigo
a escucharte callar, a estar alegres.
No pudiste seguirme, no te reprocho
tu ambición de quietud, de húmedo alivio.
Debió costarte mucho hallarte vivo
cuando el hijo creció bajo tu sombra.
Padre de muchos, anciano venerable.
¿Que sabemos los dos de nuestros días?

Estoy vieja. Me duele, en ocasiones cada hueso.
Estoy vieja. Mi voz no es lo que era.
Todas las hojas, la piel y las pezuñas
las vimos de tan distinta forma.
A las semillas les susurré canciones,
tu inventaste el arado.
Esperé largos años que durmieran
y tejí el hilo de los algodones.
Tu plantaste en hilera matorrales
y fuiste entre ellos, espigando.
Se extinguirá conmigo mi paciencia
y tu eres la raíz de ese frondoso árbol.

No hablaste conmigo. Tus destinos
no se ocupan del mío. Me pertenece
este olvido y silencio de tu voz primigenia.

No me quejo de mí. Soy mi creadora,
si donde había barro yo puse hojas.
El se quedó contigo. Yo me iba.
(Quizá fue aquella toda la diferencia.)

Comentarios & Opiniones

Silvia

Una obra divina felicitaciones!beso.

Critica: 
Robert

Gracias por compartir vuestra inspiración.

Critica: 

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