HISTORIAS SIMPLES "ANIVERSARIO"

poema de Jorge Loyola

Camina entre la gente; solo; porque a veces uno es parte del cumulo de humanidades que se abarrotan en el centro de la ciudad; caminando suelto, mirando a los otros, de vez en cuando cruza una mirada con alguien y hasta hace un gesto como saludándolo; está atento a los movimientos y se hace a un lado cuando alguien viene de frente, incluso va escuchando las voces o hasta los pasos de los que vienen desde atrás y están a punto de adelantarlo, y los deja pasar pegando los brazos al cuerpo y hasta poniéndose un poco de lado, o si alguien le cede el paso, uno agradece y hasta es capaz de sonreír con naturalidad.
Esta vez no; hoy Andrés se mueve despacio, avanza torpemente, chocando con otras personas, de vez en cuando alguien lo pasa casi empujándolo con el hombro o con un puñado de paquetes, y hasta lo miran con enojo porque no se está moviendo con la sincronía adecuada a la hora del día. Está bajando el sol, y las luces de las tiendas comienzan a darle color a las veredas, la gente se apura para hacer las últimas compras antes que los comercios cierren, en las calles los autos intercambian bocinasos y no faltan los insultos y las frenadas bruscas, todo es un perfecto caos; Andrés, anda rebotando entre la gente, una gorra gastada de los yanquis casi flota sobre los rulos colorados de su larga y desordenada cabellera, una barba de un par de días y una arrugada camisa leñadora completan su descuidado y triste aspecto; no ve ni escucha nada, ni siquiera se da cuenta que está caminando, solo ve y escucha lo que en su cabeza se proyecta como una película: el tipo de la florería que le dice “ya las enviamos amigo” o la imagina a ella mirando un ramo de flores y diciendo antes de tirarlas a la basura “¡que boludo que es este tipo!”. De vez en cuando mueve la cabeza de un lado a otro como diciendo “no” mientras mira el piso y repite con rabia: “¡que boludo!”
“Ella” es Lucía; su ex mujer; a Andrés le cuesta decir “mi ex mujer” a él le duele haberla perdido; porque sabe que él la perdió, que todo lo que pasó fue su culpa, o al menos la parte más importante de las cosas que llevaron a la separación. Pero no siempre fue así, no siempre reconoció que él era el que no hacia las cosas del todo bien y que poco a poco la pareja se iba desgastando.
Lucia era su mejor amiga en el colegio, la que le hacía la segunda en todo, una piba de carácter fuerte, de andar arrollador muy verborrágica, capaz de enfrentarse cara a cara con cualquiera, fuese mujer u hombre; daba lo mismo; ella se paraba enfrente de quien fuera y le cantaba las cuarenta casi sin respirar; y eso; a Andrés le encantaba, además de su figura, su pelo negro lacio que casi le llegaba hasta la cintura y su voz; ¡cómo le gustaba su voz!, sobre todo cuando estaba tranquila y hablaba casi susurrando, tenía una suavidad especial, las palabras se deslizaban entre sus dientes blancos y sus labios pequeños; pero que tenían una extraña belleza; tal vez por la forma en que se movían cuando hablaba; una vez Andrés le dijo que su voz no era un sonido, que más bien tenía un sabor, era como el sabor de los caramelos de dulce de leche; Lucia se lo quedó mirando mientras se mordía el labio inferior; como diciendo; que loco que está este pibe.. Tal vez ese día Lucía vio por primera vez los ojos de amor con que Andrés la miraba; y por ahí también se dio cuenta que podía haber algo más allá del sentimiento de amistad que hasta ese momento los unía; y a lo mejor también desde ese día ella se dio permiso de mirarlo con otros ojos; entonces; las miradas fueron distintas, después fue distinto lo que sentían al acercarse, cuando se tocaban empezó a haber como una electricidad, hasta que un día Lucía cansada de esperar que Andrés se decidiera a hablar de la situación; se paró de frente mirándolo a los ojos y como era su costumbre le largó en la cara una declaración de amor que más bien parecía un regaño, desde ese momento no se separaron más.
Hasta que un buen día se casaron; un quince de noviembre; fecha que Andrés jamás fue capaz de recordar durante los seis años que estuvieron casados; siempre fue Lucía la que tiraba alguna pista para que el cayera que ese día era su aniversario, y entonces organizaba una salida o una comida en casa todo medio improvisado y a las apuradas; parece una estupidez pero esa cosita enlazada con otra terminó con todo.
Quince de Noviembre; cosa rara; seis años y jamás se acordó de esta fecha, y en los últimos tres años desde que Lucía lo dejó; ya desde unos días antes que llegue el quince; Andrés entra en un tonto letargo, su vida entra en “modo avión” como los celulares; y puede quedarse así una o dos semanas.
Esta vez decidió hacer algo, se pasó toda la noche tirado pensando y lloriqueando; “y si le mando unas flores”…”y si la llamo, ¿Qué le digo?”...”le mando flores con una carta”…”me va a mandar al carajo”…”le mando flores con una carta y mi número de celu”…”voy a su casa con las flores, me arrodillo y le pido perdón”…”ojalá lloviera, como en las películas”.
En la mañana escribió una carta, la puso en un sobre, le agregó un papelito con su número nuevo de teléfono y de paso para su trabajo se metió en una florería y compró unas flores y pidió que las enviaran.
Cuando iba en tren se arrepintió, al llegar a la próxima estación tomó otro tren de vuelta, corrió hasta la florería pero llegó tarde “ya las enviamos amigo”.
Anduvo todo el día imaginando posibles desenlaces y repitiéndose una y otra vez “¡que boludo!” estirando la “u” y afirmando la “d”:boluuuuDo.
Salió del trabajo; y llegó hasta el punto donde empezó este relato; rebotando entre la gente del centro, colgado en el tren con la vista perdida, llegó por fin a su casa, con un último suspiro se tiró en sillón; cuando se estaba quedando dormido sonó el teléfono; atendió y la voz del otro lado: “hola, Andrés” lo hizo pasar de modo avión a normal; se paró del sillón y mientras hablaba sonreía; hablaba sonreía y se miraba al espejo y pensaba que debía afeitarse y cortarse el pelo; hablaba sonreía y metió su mano al bolsillo, sacó un caramelo, se lo puso en la boca y comprobó una vez más que la voz de Lucía seguía teniendo el mismo sabor que tien los caramelos de dulce de leche.

Comentarios & Opiniones

Xio

¡¡¡VAYA!!!! Que tarde llego, que alegría, puedes jurarlo, que alegría encontrarte de nuevo aquí mi querido y admirado amigo, me has sorprendido agradablemente y llegas con un de esas narraciones que me roban y que no suelto ni para respirar, que bien

Critica: 
Xio

nuestro protagonista se decidió a enviar las flores y su número, cuando supuso todo iba a pique, menuda sorpresa le esperaba...qué decirte, muchas gracias por este regalo, sabes tiene mi cariño, mi respeto y mi afecto, un abrazo mi querido gaucho.

Critica: 
Jorge Loyola

querida amiga, buenos días; en primer lugar agradecer tanta fidelidad, tanto cariño.
en este tiempo he descubierto que los escritores de relatos son algo distintos a los poetas: el poeta te escribe con afecto y e toma su tiempo para comentar

Critica: 
Jorge Loyola

El escritor de cuentos, es mas parco, en otra red donde estoy publicando he conocido muchos y sigo y soy seguido por muchos pero lo mas parecido a un comentario es"me gustó mucho".
En fin, solo paso a saludarte como siempre.
un abrazo muy grande.

Critica: 
Xio

Ya sabes tal vez los poetas somos un poco más soñadores, más sentimental, más ilusionistas. Más en el aire jajaja, ahora de lo que puedes estar seguro es de que eres un escritor que llegas y arrastras al lector, maravilloso amigo, así te veo, abrazos

Critica: 
Xio

Hola Jorge, mucho tiempo sin saber de ti, ojalá todo esté bien contigo y tu familia, pasé a saludar, recibe mi cariño sincero, que tengas buen día mi querido gaucho.

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