LA LLORONA

poema de "Joreman"

LA LLORONA

Una noche oscura tormentosa y muy fría
De rayos y centellas, de relámpagos se iluminaba la estancia
Bajaba rauda, por aquel camino empedrado el fantasma
De la llorona, convertida en un espíritu vagabundo de sus andanzas

Se posó sobre una piedra, que da paso al hilo de agua de la quebrada
Con su camisón blanco deshilachado, salpicado de sangre manchada
Cubriendo su rostro cadavérico, con su larga cabellera asombrada
Cargando en su cuadril, un niño llorón, de sus crímenes abandonada

Esta mujer, que un día fue de ojos saltones audaces, muy hermosa
Con su caminar pausado, enloquecía a los hombres de cantinas temerosas
Ahora, deambula despavorida, clamando sosiego por las veredas presurosa
Atormentando con sus alaridos, de llantos de madre asustada misteriosa

Acecha en caminos solitarios, a hombres parranderos y andariegos
Bebedores y mujeriegos, de golpes a su amada, de plegarias sin ruego
Llora de vergüenza, clamando con sus ojos de fuego, gritos lastimeros
Maldición que arrastra la llorona, agonizando en llamas de fuego

Deja a su paso, un olor de aromas fúnebres, la llorona
Rompiendo el silencio de las cañadas, del amor que la abandona
Clamando con sus llantos lastimeros, el eco de las montañas impresiona
Animales y campesinos, huyen despavoridos, el miedo los arrincona

La llorona, espanto quejumbroso, de gritos desgarradores
Espera en la espesura, que alguien calme las lágrimas de sus dolores
Alma que lleva en pena, de aquel hijo que perdió la gracia de sus horrores
Esperando aquel que la seduzca, andariegos, vagabundos sin temores

Bajaba “Malacara” por aquel camino oscuro, sin timidez hacia la quebrada
Borracho, dando tumbos, se encontró de frente de alaridos silenciada
La llorona alzó los brazos, esperando que la abrazara, de sus encantos deseada
Se quedó trémulo, impávido, ver aquel esqueleto de llantos imaginada

“Malacara” sintió el frio de aquel camisón blanco que lo arropaba
Se apagó el llanto, aquel espíritu maléfico, su alma se llevaba
Sus fuerzas debilitadas, succionó su cuerpo y en esqueleto el andariego quedaba
Allí tendido, de sus andanzas macabras, “Malacara” en la quebrada agonizaba.

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga oct 21-2017