Con Desgano

Las olas que revientan,
que revientan en mis ojos
son la razón onerosa que llena,
como el viento de los desiertos,
de sal mis mejillas enteras.

La habitación decae helada entre sombras
emanadas del silencio en mis venas.
Venenoso, lentamente, como saliva de cobra
fluye por la habitación completa,
solidificando el aire y las horas.

Y se extiende impetuoso el vacío
por el llano interior de un tórax,
cuyas costillas de sal esperan el rocío,
como el que cubre de mañana las hojas,
para disolverse con el agua y con el frío
y mezclarse con el aire de roca.

El sonido de una cansada guitarra
es un consuelo entre las penas
y vuelan sus acordes que brotan
como las espinas de las rosas.
Vibran con desgano las cuerdas
porque se llevan las dudas en sus ondas
y hacen que el silencio se pierda
y hacen que las sombras se escondan.