Abimburgo el paraiso rojo de Foehn

poema de Joan Foehn

**Abimburgo el paraíso rojo de Foehn**
Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor.
Antoine de Saint-Exupery

Joan Foehn es un joven poeta, de pobres poemas escritos en punto de las 7 de la mañana mientras escuchaba bachata que tanto le gustaba porque le recordaba a un amor cercano, escribía todas las madrugadas mientras la luz opaca del sol se colaba por su ventana empolvada, escribía enamoradamente, era feliz escribiendo cada una de sus historias románticas con Aby Hüay, una hermosa mujer de descendencia francesa, de piel blanca como una rosa blanca y llena de vida, yo le calculaba unos 19 años pues era casi de la misma edad que el propio Foehn, era pelirroja más que un atardecer en llamas, o más que una luna ruborizada, he ahí el por qué Foehn se enamoró de ella, aunque se dice que el cabello se le torno mágicamente rojizo porque pasaba horas frente a los crepúsculos leyendo los poemas de Foehn y además él le obsequiaba una rosa roja, la más roja de su infinito jardín, siempre hizo ese detalle de obsequiarle una rosa roja para que le adornara el cabello, él tenía una atracción gigantesca por las pelirrojas sonrientes, era su delirio, Aby era hermosa desde la primera hebra rojiza que se asomaba por su cabello semi ondulado, pasando por sus ojos: que era como ver el rocío marino congelado, o ver el fondo del cielo y hundirte en sus miradas, Aby no era realmente hermosa, ella era angelicalmente hermosa, ese es el adjetivo para ella, la ángel con el rostro maquillado y los labios llenos de un pasión escarlata, verla era como ver a una bella ángel sin alas, su voz era delgada y sensualmente romántica, y terminando hasta sus pies era más que las diosas griegas, creo que Afrodita le hubiese tenido envidia, si ella es Aby Hüay el eterno amor secreto de Foehn. La Conocí indirectamente, un día de otoño, Foehn le tomaba fotografías de imprevisto, y aun así no perdía el glamour, siempre sonreía para él, aunque allá afuera hubiese un Diluvio a ella no le importaba, porque su mundo era Foehn y solamente él , ese día vi su fotografía Foehn iba tan apresurado a colocar todas las fotografías nuevas en la pared, enfrente de su máquina de escribir, así jamás perdería la mágica inspiración que ella le transmitía, una foto en blanco y negro se le cayó, el noto la ausencia de belleza y claro regreso por ella, pero yo ya la tenía en mis manos, y le devolví la fotografía, creo que esos 5 segundos fueron eternamente maravillosos. Foehn zarpaba desde el puerto de Santa Catalina al Norte del país en su barco, el famoso ¨L´Foehnetiere¨ se le veía siempre con un ramo de rosas, todas blancas y una roja que resaltaba entre todas, vestido formalmente y con esa loción maderosa Europea eso sí, ¨la elegancia, los detalles y las bellas palabras jamás deben de faltar¨ decía él, zarpaba cuando el reloj apuntaba las 5:35 PM, todos los días, incluso cuando era Invierno y el tiempo no daba la más mínima tregua, eso era como entrar vivo al mismísimo Infierno, ver al Diablo y salir de ahí sin el alma, Foehn estaba loco y enamorado. No encontraras a un amor tan puro como el que Foehn le tenía a su amada, por lo menos no en esta vida, ni en la próxima.

Ese día lo seguí, el atardecer parecía un lienzo ensangrentado, era completamente mágico y melancólico a la vez, las nubes se tiñeron en un difuminado rojizo, las aves inmigraban en silencio hacia Abimburgo, en escasos 10 minutos había perdido de vista la orilla del muelle, y miraba en el litoral una profundidad marina, llena de sueños y amor, era mágico, esa al pendiente a la vez que Foehn no se diera cuanta que lo seguí estábamos a una distancia considerable, su barco casi no lo podía apreciar, era como diferencia una ave azul en pleno cielo era imposible, en fin, ya llevábamos 20 minutos en altamar, una niebla cubrió todo el mar y sentía en el ambiente un sueño pesado, me preguntaba si él también sentía sueño, o que pasaría si jamás llegaría a tierra firme o aparecía en algún lugar desolado y sin vida humana, bostezaba, mi cuerpo se sentía débil, como si todo el mundo reposara sobre mi cuerpo necesitaba un descanso, los párpados los sentía pesados y la vista dolorosa, de la nada empecé a ver luce en el mar, eran miles de luces, era increíble eso me quito un poco de sueño, parecía como si fuesen luciérnagas de mar, y hacían un sendero que parecía infinito que tocaba el horizonte marino, el sueño se volvía pesado e insoportable ya no podía más necesitaba un descanso, me acomode en un pequeño espacio del barco y cerré los ojos, sintiendo ese resplandor en el mar que me hacía dudar que estuviese en el mar, y a lo lejos se escuchaba un silbido inexplicable pero era muy dulce, lleno de romanticismo, quizás eran sirenas o la misma Aby guiándolo, cerré los ojos, y luego de eso no recuerdo nada. Desperté cuando el barco golpeo el fondo de la isla, miré mi reloj, dormí unos 10 minutos aproximadamente, él ya estaba en busca de Aby, su barco a unos cuantos metros del mío, ahí estaba el fiel L´Foehnetiere, la arena era blanca como esas costas caribeñas, más bien parecía nieve y no arena, casi anochecía y se podría apreciar las lunas en pleno apogeo si las lunas eran tres: una azul, otra roja y una blanca que dejaban caer un manto tricolor de fantasía sobre la noche, era increíble parecía un mundo paralelo al nuestro lleno de paz, con un ambiente cargado de romanticismo. Mirabas a las estrellas moverse entre un manto azabache, parecían danzar y llenas de vida, pequeñas lucecillas papaloteaban en el aire de manera inocente y ebrias al parecer, creo que eran microestrellas caídas del cielo, se escuchaba a lo lejos un piano junto a una dulce voz que lo acompañaba, podía ser ella cantándole a su joven poeta esa voz provenía desde el corazón de Abimburgo, me adentre a buscarlos, aunque sea ver la sombra de su sonrisa, estuve buscándolos por media hora mientras seguía a las luciérnagas de cristal que también la querían verla, me espine en el camino con unos dos o tres arbustos de rosa azules que despedía un polen extraño, seguí caminando, hasta que por fin los encontré, ella estaba con el alma tímida y él con las pupilas y el alma llenas de felicidad como nadie sobre esta tierra, ambos acostados sobre el césped, tomado de la manos, ella apoyando su cabeza sobre el pecho de Foehn, con los dedos entrelazados y ella diciéndole entre suspiros de felicidad y amor lo mucho que lo amaba y él le respondía a besos. Me alegraba verlos tan felices. Se levantaron y él la tomo de la mano, ambos sin decir nada caminaron hacia una cascada cercana, cerca de la cascada había un árbol repleto de flores rosas que débilmente caían al pleno contacto del viento que silbaba una bachata muy conocida, los pétalos caían rozando el borde de su vestido a rayas, la luz se colaba entre las ramas del árbol, que me entre dejaba ver sus sonrisas, él le obsequio una gargantilla dorada, ella le contesto con un beso no tenía palabras para decirle cuan feliz era, lo abrazo, entre llantos y besos ella le decía que jamás se alejará de ella, que era realmente feliz junto a él, y él era el hombre más feliz y afortunado sobre la faz de la tierra. De la nada volví a sentir sueño, las piernas me dolía, y mi cuerpo no respondía, hasta que mi ojos se cerraron y sentí un fuerte golpe en la cabeza, me desmallé luego de eso no recuerdo absolutamente nada, solo ese momento mientras ellos eran muy felices juntos. Quizás fueron esos malditos arbusto, quizás tenían algún sedante.
Un rayo espeso de luz invadió mi habitación, me despertó, me encontraba en mi cama con el cuerpo adolorido, escuche unos pasos en la sala, me levante. Arrastrando los pies, me dolían aún. ¡Eran las 10:30 AM por Dios! Era tardísimo, llegué a la sala y esta Foehn, viendo escribiendo con pluma en mano, sonriendo, quizás poetizaba a su amada nuevamente. En fin interrumpí su afán, exclamé-muy bonita- se me quedo viendo y sonrió y continuo escribiendo, hasta que luego de un tiempo dijo- Hermosa, esa es la palabra indicada para ella.- Sonreí y me senté-Quieres té o café-el me contesto-No muchas gracias no quiero ocasionar problemas, mejor dime que hacías ayer en Abimburgo-La cara se me caía de la vergüenza y mentí-Lo siento, pero ayer la tormenta me arrastro mar a dentro y fue la única tierra que encontré cercana-dijo dejando de escribir-Porque mientes, desde que salí del muelle me seguías-Tartamudeé-Lo siento-Suspiró y me dijo-Abimburgo, lo descubrí sin querer, y conocí al amor de mi vida, en 1995, me adentré a descansar, y vi tierra y ahí estaba ella, hermosa como siempre, y con la mirada fija en mí, y las mejillas se le ruborizaron, nunca vi tanto nerviosismo en una persona como en ella, ya en tierra me le acerque y ella me dijo con su voz suave y delgada: Hüay, Aby Hüay. En fin, me enamoré de ella y ella de mí. A simple vista se nos notaba porque las miradas nos delataban el uno al otro…Foehn me explicó el infinito que le tenía, y me explico que dejaría el país y emigraría a New York con su amada. Y que mañana se irían, a la ciudad a tomar el primer tren que saldría hacia el aeropuerto, y le pregunte que, ¿qué pasaría con Abimburgo? y el me explico, que Abimburgo seria famoso aunque pareciera un sueño de algún poeta loco y enamorado, y que él le robó a Abimburgo su reina: Aby. Se marcharon del pueblo un 02 de Noviembre, ambos tomados de la mano rumbo a New York, no dudó que hayan sido realmente felices.

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