Fuiste, eres y serás el amor de mi vida

La eternidad fue su cabeza en mi hombro
y la paz, los mares de su rostro… Llenos de noche.
La realidad fue su voz,
el mundo, su abrazo de despedida tras cada clase.

Pero el tiempo se volvió mujer… O virgen.
Para cambiar los dulces, por margaritas
y conversaciones irrisoriamente únicas.

segundo a segundo la distancia ardía cada vez más,
los amores, el silencio; y los poemas se borraban.
Hasta que en lunes, los años de miradas, serraron los ojos.

Sus besos… Sus besos fueron resurrección
cuando regalaba mi alma a la suya entre sal y arena,
más que amor, más que entrega, aquello fue luz.
Su piel fue el verso más dulce, su cuello mi morada.

Solo sus latidos me despertaban de aquel sueño,
mientras la autonomía de mis manos acariciaban sus alas,
las estrellas que se curvan en el cielo
envidiaban su brillo y el oxígeno fue su cabello
y era mía y era suyo más allá de la muerte…
desde entonces, la eternidad lleva su nombre.
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