Muerte y paz

poema de James Gray

La muerte se asoma entre las esquinas
de los altos edificios que jamás tocarán las nubes,
sin pudor alguno se asoma y nos mira,
pero nadie la ve ¿seré yo que olvidé en que lugar la tuve?

La muerte pasea durante el día por las calles,
a veces desnuda; otras, disfrazada de indiferencia,
y por las noches corre libre entre ladridos de canes
bajo luces que nunca iluminan su larga túnica ennegrecida.

La muerte dormitó junto a mi hastío la otra noche,
ella no necesita de un cuerpo como nosotros los infames,
y sí, su piel impalpable era fría, tan fría como el odio y los reproches,
tan fría... pero tan en paz... que por un segundo la amé.

¿Y si la muerte es la eterna paz que ansío encontrar en este desorden?
¿Que tiene la vida en su sabor amargo que me invita a quedarme?
A veces me presta el edulcorante del sudor de la carne,
otras me envía postales de amaneceres dorados,
o me regala miradas abiertas como verdes prados,
otras olvido quien observa, quien se fue, quien vendrá,
y encuentro pequeños trozos de pan caliente que saben a paz.

Muerte, paz sin vida, te quiero hoy tanto en esta vida sin paz...
que esperaré tu beso eterno un poco más, para así abrazarte
cuando el tiempo nos deje a solas, y la vida nos eche de más.