Con permiso, flor

No tengo nada para darte,
más que las ganas de darte todo
lo que a mí no me dieron.

Vengo del norte, de rasgado cielo
sangrante, de vid y olivar,
caminando hasta aquí a buscar
la flor en el estéril descampado
del tiempo que nunca avanzó.

No había encontrado en años,
en este ingrato paraje, flor tan
digna y elegante, de vista tan
intrigante y tentadora como para
arriesgarme a ofrecerle ser cortada.

No tengo bellezas para regarte,
soy llanto, destierro, absurdo caminar
continuo, soy descascarado muro y
soy saudade.

Escúchame sólo un minuto, un poco más
tal vez, y podré dar con el santo
y seña para que veas, que soy muy ambicioso
para ser pobre, harapiento de ilusiones.
Porque yo sí veo la belleza pura de tus
marcas, y sueño con el privilegio de ver
directamente tus miedos.
Dá Deus nozes a quem não tem dentes
e eu estou a olhar a noz mais bela.

Las calles por las que caminas, inocente,
ingenua, siempre húmedas y heladas, no me
traen más que penas y derrotas garrafales.
El sol no ha vuelto a iluminar como antes
los cerros, los pinos y robles, nunca ha vuelto
a ser glorioso e imperial y bajo él yace todo
seco, en un otoño interminable.

Huí de eso, del otoño perenne, que no se hace
invierno y no llega a ser primavera, de las
nubes monumentales siempre acechantes y del
humo difuso y omnipresente. Corrí inconsciente,
sigo, continúo, corriendo hasta más allá de aquello.

¿Encontré las palabras?
No cierres ahora los ojos, ábrelos bien.
No soy héroe, sino peregrino.
No soy salvador, sino marinero.
Y por eso he buscado en muchos rincones,
el color que pinte otra vez el cielo.
Sóc l’home del carrer, camí de pressa, camí de pressa

No tengo nada para darte,
además de lo que tu me pidas.
No tengo futuro para mañana,
además del que tú me inventes.
No tengo paradero, salvo que
me lo indiques.
Donde me abras tu puerta.