A mi esposa
Miro tus ojos y en el brillo de tus pupilas,
veo un jardín de rosas doradas con dudas y miedos como espinas;
el rocío de tus pétalos se desliza por tus mejillas
entonces contesto tus preguntas.
Tú no eres mi sol, él es para todos;
Tú no eres mi vida, es tu existencia, no la mía.
No robaría estrellas lejanas
son de allá, del firmamento;
no daría color al horizonte,
Dios lo iluminó con sabiduría.
Te amo, amor mío
así como eres; con virtudes y defectos;
palpable, predecible, a veces mentirosa.
Amo a esa mujer real
que estremece la médula y mis nervios.
Amo tu figura larga y flaca;
tus manos finas, tus pies delgados
y cada uno de tus huesos.
Amo tu risa y tus chistes malos
tus cantos en la ducha
y verte en ropa dominguera.
Amo verte vestida con mi camisa
y saber que estás desnuda.
Amo tus sopas y tus guisos
y tus reclamos de mala cocinera;
pero ignoras que eres el mejor sazòn a mi vida
y que en la cama me horneas.
Te amo real, sin adornos y sutilezas
porque domaste con besos y caricias
ese potro loco y despistado,
que galopaba solitario y salvaje
por llanuras y estepas.
Comentarios & Opiniones
Que halagada se debe sentir tu esposa.Felicitaciones.