En círculos.

He perdido de nuevo.
Y contigo ya han sido tantas, que tendría que pasar, insensible, por el hueco entre mi pecho, seguir su curso y hacerse pequeñito ante mi espalda.
Debería ser levedad, tener salida de emergencia, debería ser malestar de una noche y con solo un sueño poder curar.
Debería tener el foco, con el que soy visto, y que la indeferencia me subiera en su montura para pasar de frente a ti, como si la nada haya sido lo que fuimos.
Pero no, en cambio me perpetuo en tu recuerdo, me estiro, me esparso, me comprimo, para hacerme trozos y perderme de mí mismo, todo en tu recuerdo, como la primera vez.
He perdido tanto, y tantas veces, pero ¿Cómo no? Tu cabello, ondulado como el mar y con un mechón que es el quiebre de las olas.
Tus ojos como lunas eclipsadas, me absorbían para cerrarse justo cuando sentía tus labios, fríos como muerte, y rojos como sangre hirviendo de pasión.
Tendría que aprender, saltar las trampas, tendría que luchar contra el vicio de la autodestrucción pero...

He perdido y no por última vez, pero ya no encuentro explicaciones, los laberintos que me construyo carecen de salida y aunque termine cancelado, y aunque esté mi mano cubierta de espinas y las rosas ya no quieran abrazar, aunque termine siendo espectador, de tu vida en la ventana.
Habrá valido la pena, lo habrá valido, todo por ese segundo en donde se encierran los besos y las risas, ese silencio que otorga complicidad, esa mirada en donde hubo dos y hubo un de acuerdo.
Y si no vale, la poesía lo valdrá.