La Casa de la Miel

Dónde irá con ese vestido manchado de vino y caricias, con esa luna que está cayéndose
de colmena y pasto seco, con ese silabario
que es serpiente helada
levantando el aire hasta su lengua, con ese báculo
de risas enloquecidas incendiando
el camino hacia un interminable orgasmo
que nos define.

Lo ves? Allá arriba... Es la casa de la miel,
con sus muñecos cocinando el invierno de la niñez
en ese caldero de piel amoratada
por los golpes que reciben las campanas
cuando pierden sus hojas
y sus tañidos son cabezas de vapor aplastadas
por balas de lucidez.

Lo ves? Allá arriba, junto a esas manos juntas
en oración... junto a ese leñador
que acuesta a su dama
entre las espinas terribles de su adoración... Lo ves?...
no lastimará tus ojos... ábrelos!!... y dale
la oportunidad de entrar en tu deseable temperatura
a estos cristales trizados de nuestro extravío,
que ellos desgarrarán sólo lo que tú ordenes,
sólo lo que tú pidas... que nosotros somos
el residuo de tu distraído no saber, lo que
dejaste en tu cuarto encerrado en tu casita
de muñecas, detrás de tu velador de noche, cavando
tu próximo deceso...

Somos, al final del día,
el grito enfurecido que no recuerdas,
y tiembla ensordecedor en tus entrañas
como nieve enrojecida,
aunque no recuerdes.