Tres puntos

Sus manos borran las marcas que quedaron en mi ombligo, tal vez incluso, las marcas que quedaron en mi cintura. Va rozando mis heridas y uniendo mis pedazos.
Tiemblo, porque me asusta sentir de nuevo, cuando aún sangro cada tanto.
Entonces tiembla él y quisiera darle el equivalente al alivio que me da, pero me asusta quedar vacía de nuevo. Me aterra quedar debiendo trozos de mí, los cuales aún no recupero.
Entonces me dijo que le gustaba que me riera y quise gritarle que acababa de ponerle tres puntos a mi corazón, justo en esa herida que se formó aquella noche con tres palabras: “Rompes el ambiente”.
Él me miraba como si fuera bonita, no solo por fuera, y por primera vez me obligué a creerle, porque necesitaba hacerlo, porque me sanaba al menos imaginarlo.
Me gusta su sillón, en especial porque en el no recuerdo a nadie más, porque ahí solo está él.