VOLVAMOS A HABLAR DE USTED

Usted me pide que me muestre.
Que deje a un lado formalismos y que empiece a usar el “tú”,
para poner al descubierto esto que siento,
esto que sientes,
y que ha ido creciendo como una plantita regada
con paciencia y con querer.
Me pides una llave única para asomarte en mi interior.
Pero no hay nada interesante allí,
tan solo venas por donde corre una sangre
hirviente de imposibles,
un resplandor incandescente de alaridos impotentes,
restos de sueños disecados,
el rompecabezas deshecho e indescifrable de la que realmente soy.
Algunos han intentado armarme pieza por pieza,
pero han vuelto a desmontar una por una cada parte de mí,
vencidos, cobardes, obtusos,
volviéndome al caos originario donde puedo descansar sin paz.
No hay nada interesante en mí,
soy una pequeña estrella muerta,
de brillo frío y singular;
pero tú te empeñas en hacerme arder como si estuviéramos al inicio de un universo,
de un inmenso universo que se reduce -pleno, rebosante- a ti y a mí.
Quieres volverme leña y consumirme en fuego,
como si en verdad la felicidad no tuviera precio,
y embriagarse de la vida no fuera pecado mortal.
Quieres, develada, mi intimidad,
mi secreto lugar donde aguardo hasta que llegue el fin.
Vivo una vida donde soy importante, imprescindible, pero donde no existo.
Tú lo comprendes, lo sé.
Ahora, dicho esto,
con nuestros misterios que apenas se tocan,
debo retroceder desde de tu inmenso mar.
Ahora, volvamos a hablar de Usted.