Abre la mente y derrama el tintero,
Que correrá en tus venas fuego
De un color azulado como la llama del gas
Con la cual harás explotar las líneas.

No te límites con palabras, líneas, temáticas, nacionalidades, creencias ni prejuicios,
Somos el juez y el verdugo de lo que escribimos,
Somos tan oscuros como una noche sin luna
O transparentes como una cascada escondida de la humanidad.

La edad no es excusa para no dejar huellas
En esta estéril tierra blanca,
Somos los demonios y los ángeles
De este mundo tan plano como redondo.

Somos los escultores del verso y de los momentos,
Respondemos al estímulo de nuestros sentidos
Que carecen de significados cuando nos sumergimos
En el fondo de nuestros pensamientos.