Reinventándome...

Irreverente,
en un acto de egoísmo puro
(o tal vez de amor propio),
decidi que dejaría de lado
los estancos preceptos
de este mundo,
para vivir a mi modo
que no es otro que el que dice
con voz firme el corazón: "es el mejor modo".

Dejaré en paz las margaritas,
los gatos negros, los espejos rotos,
haré cábalas nuevas con la razón
de mi despojo: lo que fue no es,
lo de ahora tal vez sea,
pero sólo tal vez...

Limparé mi rostro del maquillaje de todos
y lo pintaré de nuevo de colores indómitos:
de verde por mi esperanza,
que de azul vaya mi paz
y no como sobra en mis ojos.

Me amaré, casi tanto como debe amarme Dios;
no dejaré que este mundo de hombres
sea dueño de mi carne, mis sueños, mi nombre.
Irreverente me amaré para ser libre.

Tal cómo corte mi cabello,
cortaré las amarras del miedo.
Decidida remontaré vuelo.
Irreverente, dueña de mí,
¡triunfaré!