BUCÓLICO AMANECER

poema de El mago poeta

Un gallo de raza y cresta empinada
contempla el celaje en tono marcial.
Su pecho macizo fecunda un himno
que anuncia impetuoso el rito solar.

Un mirlo se suma al coro del alba:
el frío congela sus cantos de miel.
La aurora se gesta en pálidos tonos,
la Luna que huye al lecho nupcial.

El río callado que exhibe su calma,
gobierna a un rebaño de grácil andar,
que espera, muy manso, a ser consagrado
por manos de artistas que honran su vid.

Un cerdo travieso de ojos discretos
que blande sus carnes en fiesta animal.
Barroca silueta clavada en el fango
que aspira a brindarse un baño de rey.

Los perros en caos, de lánguidos torsos,
le ladran al viento que azota su piel.
Jauría de juerga, que espanta el silencio;
su exótico idioma se torna en rumor

Los nobles paisanos que labran el huerto;
sus rasgos sinceros resumen bondad.
Las santas matronas que avivan el fuego;
sus niñas piadosas que muelen maíz.

Crepitan las brasas en rizos sensuales;
los huevos que laten: del nido al sartén.
El agua que hierve a mares bravíos:
manjares del fondo que esperan brotar.

El fresco aroma a nueces del campo
se esparce en el aire como éter fugaz.
Olor a frambuesas, a pan de centeno,
coctel de fragancias de virgen sabor.

Casitas de barro que yacen enhiestas,
vestidas de blanco, ungidas de paz.
Las gentes humildes de sangre mulata
que rezan sus credos con tal devoción.

Campanas plateadas redoblan su eco,
viajando en el tiempo en son musical.
Orgía bendita de fríos metales
que exhorta a las masas a hallarse en su fe.

¡Oh bella acuarela de brisa y montañas!,
sublime mañana de verde febril.
Las nubes serenas que besan sus lomos
y dejan su huella en gotas de amor.

¡Oh soplo hechizante!, se escapa el rocío,
un dulce murmullo seduce al nogal.
No en vano sus hojas se agitan con garbo
en íntima danza de eterno vaivén.

Un ocre lucero se asoma a lo lejos,
y ostenta orgulloso su faz señorial.
Sus cósmicos brazos se baten furiosos;
saludan la tierra que engendra el trigal.

El Sol se deshoja, se cae a racimos,
y excita a la hierba que pulsa en calor.
Los lirios se yerguen y alzan sus cuellos,
buscando en lo alto su fuente vital.

Un mar luminoso se abre en el cielo,
cual manto esculpido de diáfano azul
que al este del valle se tiñe de oro
en acto de magia de parda embriaguez.

Música: Aria para la cuerda de sol, de Johann Sebastian Bach

Comentarios & Opiniones

Penelope

Una auténtica maravilla artística la que nos comparte en este espacio. Creo que una de laas mejores obras que he tenido el honor de conocer y leer. muchísimas gracias y por favor, siga compartiendo! Saludos cordiales!

Critica: 
Cálamo Azul

manificas letras, saludos.

Critica: 
Cálamo Azul

magnificas letras!

Critica: 
Luis Reis

Exelente, como disfrute lleyendo este poema, me sentia inmerso en ese su "bucolico amanecer", imaginandome cada esena, un placer de lectura, felicitaciones, un abrazo, lo sigo.

Critica: 
El mago poeta

Muchas gracias poetas y poetisas por esas palabras. Saludos

Critica: 

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