dulce soledad

A veces pienso que mi soledad debería tener alas
e iluminar su silencio.
Acercarse un poco más a la herida universal;
cicatrizar sus letanías y desmayarse en su regazo de perlas.

Cansarse del movimiento de una cigarra y
de las cuerdas con las que vibraba su alegría,
que nunca se quedó dormida junto a la mía.

Sin importar el sonido de allá afuera,
ni los sonidos que se durmieran,
ni aquellos ecos que volvieran.

Debería colgarse de un pétalo de estrella
y perderse en un holocausto mendigo.

Que los vientos se congelen en tu luz,
luz invernal de los ilusionados,
y se derritan en tu soledad.

Sin importar las veces en que dejé mi cuarto desordenado
ni el desastre de un amanecer, ya olvidado,
ni aquella tímida vereda del guardia desalmado.

A veces creo que mi soledad besaría la frente de la trascendencia…