Pienso en ellos

Pienso en ellos

I

¡En los sufridos!

Porque los aprisiona un amor no correspondido.

Conjugan los verbos siempre en tiempo pretérito.

Sus vidas no gozan de la paz su ansiado lenitivo.

Sollozan día y noche por las huellas del suplicio.

Huyen de la vida por cobarde o valiente suicidio.

II

¡En los caídos!

Porque no han visto sus sueños bien construidos.

Se acercan a muelles donde hay poco o está vacío.

El viento sus caras las golpea como siempre quiso.

La buena fortuna en su frente no se ha aparecido.

Llevan la penitencia como pecador no arrepentido.

III

¡En los desaparecidos!

Porque han dejado en otros el recuerdo del olvido.

Sus familias desconocen si están muertos o vivos.

Dejan suspendidas las caricias y de la cena el rito.

¿Cómo y dónde están?, no se sabe, solo se han ido.

Sus ausencias son el inacabado malvado martirio.

IV

¡En los abatidos!

Porque no conocen el perdón del error cometido.

Cargan sobre sí la maldad viva de sus enemigos.

No logran levantar sus vidas del frío y duro piso.

Son prueba fiel de todo el infame sufrido castigo.

Piden se detenga todo ese resentimiento recibido.

V

¡En los ofendidos!

Porque no comprenden ese lenguaje tan agresivo.

Quieren de las palabras sus sonidos más bonitos.

Lo contrario, claro, incomoda sus delicados oídos.

No tienen culpa de que otros pierdan los estribos.

Las palabras no merecen esos grotescos chillidos.

VI

¡En los oprimidos!

Porque viven del miedo que no los deja tranquilos.

Se asfixian en la desesperanza como peces sin río.

Eluden de la mortal espada su cortante y fino filo.

No son merecedores del invierno su quemante frío.

Salir ilesos de sus torturas es un milagro bendito.

VII

¡En los confundidos!

Porque derecho tienen a escapar de sus laberintos.

No les puede ser la vida siempre un duro conflicto.

Ellos anhelan sosiego como esperado regalo Divino.

Quieren descansar los pies al andar el soez camino.

Que se les abran las puertas del quimérico destino.

VIII

¡En los empobrecidos!

Porque son dueños de la carencia en sus bolsillos.

Toda gana y placer se les queda en hondo suspiro.

A sus puertas no llama ni las riquezas y ni el rico.

Esperan del azar que la suerte les dé un golpecito.

Para salir de sus tantas penurias así sea un ratico.

Comentarios & Opiniones

Falstaff

Te has ocupado de pensar en todos ellos, en los abatidos, en los que la pasan mal, en los empobrecidos y si le seguías buscando sería de nunca acabar.
Que se.podrian hacer por todos ellos?, interesante, hay que pensar. Saludos amigo

Critica: 
Diego Américo

Se podrían hacer muchas cosas ad..., solo que hay que tener voluntad para ayudar a quienes estén pasando por difíciles momentos... Felicidades para usted.

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