Una pequeña historia

Si antes escribía para no terminar muerto y ahora escribo como un cadaver vivo.
¿Es por qué lo que digo no tiene sentido, o el eterno recordatorio de que la muerte es nuestro único destino?
No es por sonar fatalista, pero la muerte me coqueteaba a diario Y los deseos suicidas se amontonaban en mis poemarios.
La vida no era fácil y nunca lo ha sido, pero aprendí de ella a no darme por vencido.
Después de salvar una vida, me sentí un heroe
y abandoné los pensamientos suicidas.
En el hospital "Los Hermanos kamarazov" me enseñaron otra clase de religión.
La divinidad del H.U.M.A.N.O. nunca me pareció más real,
Pero el tiempo, las circunstancias y mi fatalismo; me abofetearon con la realidad.
No digo que abandone esa religion, pero me enteré que existe un solo D.I.O.S.
Después buscarlo tanto, descubrí que él soy yo.