Un Eterno gemido de tambor

Un párrafo se nos insinua desnudo
el otoño deshoja sus letras,
"háblame del plenilunio"
nos dice el poeta.

Mira:
Tus labios no lo asemejen,pero están celosos
resuella el tambor en la tinta quieta,
mas si pendiese en suspiros
y abriesen su arruga,
así tus oidos,la ventana abren
al olor del albor del mañana.
¿No saltarían de su enferma cama,
embrigados por las aguas del cauce
a chapotear,en boca de Eolo?

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"Poeta,háblame del mañana".

Del Mañana,la mañana y mañana,
¿Qué anhelas que yo sepa?:
la primera palabra es una trinchera;
la segunda es sólo una intrusa enemiga,
y la tercera siempre fue una muerta quimera,en sueño vivo.

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¡Libranos del mar
oh pensamiento!,
que nos arrojas bajo las faldas
del tiempo y la ilusión,
engulliendo a quienes comen
del plato de la esperanza,
como soporífera morfina
constriñiendo nuestras venas.

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¡Arriban a las costas de mi ventura,la negación
junto al eco furibundo,en el trueno gestado!.

¡Mas perdona nuestras ofensas
como la lluvia que ha cesado!.

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¿Qué más?.

La brisa trae un equipaje pesado,
alguien me observa desde su ceño encogido.

Será
que como a mí,
la incertidumbre y el pavor
que en el oscuro pasillo,temen a la caída
se le habrán congraciado.