I

poema de Rude

Este clavel no busca yacer en tu boca,
ahora decora mi triste ataúd;
vestigio de una oscuridad loca
que evoca la claridad de su antigua luz.

Caen sus pétalos en la fiera tierra,
mis palabras se ahogan en sangre vencida
desde que aflora en mí la guerra,
desde que hablo a través de la herida.

Es la historia de un sueño que cesa,
un mundo que recoge sus pedazos,
una pesadilla que cerca a su presa,
una especie carente de lazos.

Arrástrate al silencio,
letargo por soportar;
postrado el sabio ante el necio:
amargo despertar.

Yo vivo en el preciso instante
en el que el recuerdo se torna olvido,
en ese recoveco herido
donde se lastima a los amantes
que gastan su último suspiro
en convocar a los errantes
que silenciarán al mundo con un quejido.
Soy la sabia del último árbol caído,
la lluvia que prende la primavera,
la compasión del vencedor vencido
que triunfa aunque ya no quiera.

El amor no es más que un espejismo,
un manto de seda que cubre la realidad;
una fábula que el dolor se cuenta a sí mismo,
farsa impune de la humanidad.

Dice el ron añejo
que conquista el paladar:
La vida es un demonio viejo
que se ahoga al respirar.

Por eso bebe y bebe el necio
atrapado en su pesar;
las musas ponen el precio
que el infierno ha de cobrar.

Comentarios & Opiniones

Silvia

Ruze felicitaciones! Inmensa obra saludos.

Critica: 
María del Rocío

Rude, lindisimos versos! Bastante placenteros de leer quedé muy complacida. Todo un gusto. Saludos

Critica: