Los muertos viventes no existen

LOS MUERTOS VIVIENTES NO EXISTEN

Contaré hasta tres una vez, y el poema habrá acabado.

Uno...
De comienzo el espectáculo.
Invoco un brindis por un trozo de terror
no toco la bondad por esto (sonrío)
ni siento,
naci con el corazón a mi derecha
y allí no vegeta amor.
Observo a los muertos de cutre faz
creyendo en ellos, sed amados por mí.
Entre tumbas y sepulcros
decía mi padre “Los muertos vivientes, no existen”
y entre tumbas y sepulcros, acostado allí
pensaba en ellos.

Dos...
No puedo parar.
Pienso en ellos, eremitas de lápida quieta
cadáveres errantes todos
desterrados de la huesa entreabierta.
Dichosa la arena que les forra, amorfa
gozosa la pala enterradora,
al diluvio de agua fría sigo allí, allí parado
miro al fúnebre cochero entre lluvias y relumbros,
ya se marcha.
Mi padre decía “No existen difuntos vivientes”
siempre así lo repetía
pero ya no puede hablar.

Y tres...
Un mohíno final.
El quinto mandamiento, no matarás
mas no tendría finito ni sentido lo que escribo
sin cumplir asesinato
elegante y no con sangre, puedo
soy un caballero.
Mi padre siempre dijo “Los muertos vivientes no existen”
para comprobar su tesis, lo maté,
lo acosé entre brumas y espeluznos
cuando todo está oscuro
¡Ah qué razón tenía! Pudre tres semanas despatarrado en el suelo
y no se ha movido ni un ápice.

"Cuentista 2018".