La plaza

Era un lugar tranquilo, un lugar de tardes cálidas y acogedoras, Cierto, en un par de ocasiones había sido azotado por desastres y había enfrentado grandes crisis, las huellas de aquellos momentos estaban ocultas en el propio paisaje de la región, pero era fuerte y había sabido mantenerse en pie.
Como todo lo que conforma este mundo, no era un lugar perfecto, por lo bajo, un par de ojos cafés y una silueta femenina controlaban el tráfico de sensaciones. Era un excelente negocio, un gramo de sonrisas distantes podría ser pagado hasta con 100 monedas de poesía.
Pero, la tranquilidad se vería amenazada en poco tiempo, el negocio de traficar ilusiones había despertado la codicia de un enemigo implacable. A lo largo de los meses, más de una organización sentimental había intentado sin éxito adueñarse de la plaza, todas sufrían las terribles consecuencias, la lugarteniente estaba plantada en sus dominios, sin embargo, este nuevo enemigo era superior a cualquiera que se hubiera conocido, Su producto era potente, su determinación inquebrantable.
La retadora desplego un comando de detalles equipado con la más sofisticada ternura, en cuestión de días las calles se bañaron de sangre y miedo, decenas de recuerdos fueron desmembrados. El ejército del escepticismo y la frialdad fue enviado a la zona para contrarrestar los embates del enemigo, pero fue arrasado en un par de emboscadas. Tras unas semanas de cruenta guerra, la antigua organización había sido desterrada, el último batallón de defensa fue ejecutado la tarde de aquel primer beso señalando así, que la plaza de mi corazón había sido tomada.