Sueños de una noche de verano.

Y aun así, sigues siendo mi mussa de mil rostros, ya ni en sueños me puedo alejar de ti, sueño que estoy acostado en un lecho de hojas secas, y tú, la que siempre me espía desde las sombras, te acercabas a darme un beso, y con cada centímetro que te acercabas tu rostro iba cambiando, y en cada centímetro te convertías en una de mis Tantas inspiraciones, en todos esos amores que fueron y no pudieron ser, y justo antes de que tus labios toquen los míos, mis ojos se cierran, y al despertar siento en mis labios el sabor de los tuyos, el sabor de unos labios que aún no conozco, porque a fin de cuentas, esos son los labios, de mi musa de mil rostros.

El cielo de este lado del mundo se ve distinto, su rosa es más dulce y sus nubes son más lejanas, me recuerdan a los besos que están en estos labios tan tuyos, pero que aún conservo como un recuerdo de nuestro encuentro, en un día al azar, en un instante y momento decididos por el destino.

Y lo único que está parado en la esquina de esta habitación es la soledad, que me llamaba en un tono lúgubre con los brazos abiertos, esperándome su regazo, pensé que podía olvidarte estando en ella, pero no puedo, porque mi soledad lleva tu nombre y eres la melancolía con la que escribo estos versos.
Y así como mi soledad está impregnada de tus ojos, que son los que apagan la oscuridad de mi alma, quiero darte de mi vida lo más preciado.

No quiero escogerte, así como escogería un par de zapatos, o una película, ni quiero que tú lo hagas, eso se lo dejo al destino, que él decida cuál es el mejor momento para amarte, y en el que, todos estos versos lleguen a tu corazón, como lo hace el sol cada mañana, y así quiero que llegues a mi vida como un rayo que me parta el alma y me deje plantado en el patio, como una historia de amor jamás contada, como una luna en el medio del mar, como una brisa ligera, como ese momento inesperado, así es como sabré que eres la mujer que lleva en el rostro estas palabras y tatuados en el corazón todos estos sentimientos, no porque te escogí, sino, porque el destino unió nuestros camino, y en nuestra vera compartimos el agua del manantial de nuestros besos, húmedos de pasión y mojados por la soledad que en si tiempo fue nuestra única amiga.
Siempre termino viendo unos ojos que desbordan soledad y melancolía, unidas a un alma que vaga en busca de luz y al final, este ser es lo último que veo, todas las mañanas en el espejo.

Y mientras nuestros caminos se cruzan, te sigo escribiendo poemas, esperando que estos sentimientos te traigan a mi, y estos suspiros llenen el aire de tus pulmones.