Nada.

Pudiera ver más allá del claro cielo,
donde la luz abunda, donde las estrellas nacen.
Pudiera sostener en mis nobles manos,
el miedo humano que sangra al mundo
y arrojarlo al sombrío abismo incognoscible.

Pudiera volar al sol, con velocidad lumínica,
perdiéndome en su penetrante incandescencia,
palpar atrevido su tórrida cara cínica,
y opacar su resplandor con mi presencia.

Ya pudiera andar plácido y lento
sobre mares y océanos turbulentos
calmar el piélago bravío
apropiarme de su azul y oscura inmensidad
que furioso estremece el navío
y extraer subyacentes misterios de su profundidad.

Ya podría convertir el agua en vino
esfumar la apetencia de los hombres
sanar su lacerantes penas
abrazadas por horrores necios
y recalcitrantes pánicos.

Y otorgándome la fuerza de KalEl, invencible,
doblegándolo y hacer de su código, irascible,
empequeñecer a Aquiles, haciendo mío el Areté
si me faltase el amor, si me faltases tú,
yo soy nada, y nada yo seré...