Ruh

Con todo eso, yo aún podría haber cerrado las puertas de mi mente para seguir escuchando el agua. Pero el viento es infatigable cuando se encapricha en doblar árboles, cuando su deseo es hacer volar las fonolas de las casitas. Y yo dentro de mi niñez eterna tengo todavía un par de volantines sin elevar.