¿Por qué la lluvia me evoca?

Por que la lluvia me evoca?
Si el sol ya no me toca.
Estas gotas me devuelven a Barna.
Donde en aquella modesta taberna.
Creció nuestro no buscado amor.

Entre naipes, cafés, cacahuetes.
Sonrisas que fueron nuestros mejores juguetes.
Y aún siento tú calor.
Aún queda ese rescoldo.

Ahora nunca me amoldo.
Pues no quiero pensar que no resurgirás.
No serás mi ave fénix.
Que me haga de nuevo ser feliz.

Empujaría tu silla camino de aquel alto.
Y tu arrastrarías mi corazón neonato.

Era corto el camino desde tu caserío.
Y hablábamos sin hacerlo en serio.

Para descubrir ese misterio.
Que no pertenece a ningún ministerio.
Ya que en curvas y paradas.
Siempre se encontraban nuestras miradas.

Escuchaba a tus ojos vivos.
Y contemplaba tus dulces labios.
Mientras me hablabas del trivialidades.
Que ni eran inciertas ni verdades.

Verdad era lo que aprendió mi soledad.
Pues en aquel hospital al conocerte.
Me abandono y tú ocupaste su lugar.

Para querer empujar mi suerte.
Empujar tu silla, girarla y volver a admirarte.

Lo que más me gustaba era.
hacerte volver a la primavera.
Quitarte a base de risas.
Todas tus malditas prisas.
Por partir, por rendirte a tu enfermedad.

Que injusta había sido la piedad.
Te regaló una acelerada cuenta atrás.
Y a mi demasiados años sin nadie más.

Ahora me entrego, soy yo el que se rinde.
Y en mi derrota esta lluvia ya no esconde.
Ni moja más mis lágrimas.
Ni seca nuestras almas.

Estoy aquí, viéndote reflejada en la ventana.
Y el vaho pegado en ella ha dibujado
Por cosa del azar tu nombre.

Mariñe, mi dedo lo ha rodeado con un corazón.
Y hasta que el sol asome y lo nombre.
No dejaré de escuchar tu recuerdo
En cualquier situación.