Oasis en mi corazón desierto

Me acerqué a ti con timidez.
Como esa primera vez.
No quería preguntarme el motivo.
No me sentía pensativo.

Dejé mi mundo postergado.
Mi pasado aletargado.

Mientras despertaba de un largo invierno.
Para recibir la primavera tierno.
Ablandado por tu llamada.
Deslumbrado por tu voz aterciopelada.

Abrí mis ojos siempre ocultados.
Di paso y voz a sentimientos callados.
Arranque esa espina.
Corrí mi negra cortina .
Desespume la mala fortuna.

Volví a tirar la moneda en la fuente.
Donde ya no quedaba ninguna.
Quizás ese pequeño gesto fue simiente.
Arraigó en mi vacío.
Y lo llenó de perdición.

Porque la fuerza de la razón.
Me hacia dar un paso atrás.
Y la melodía de tu tirabuzón.
Me empujaba hacia ti, dos más.

Deseaba que fueses más que una visión.
Más que un oasis en mi corazón desierto.
Anhelaba poder estar despierto.
Suspiraba por estar en lo cierto.

Y como un libro abierto.
Darte todas mis páginas.
Para que anotes en mi todo lo que imaginas.
Guardes tus flores secas entre mis hojas.
A la vez que mis reparos despojas.

Ahora en mis horas cojas.
Ilusión y esperanza alojas.
Y me das vida , me mojas.
Con tus sonrisas rojas .

Ya no queda rocío en tus pies.
Ni nubes en mi cielo.
Ni gris en mi paleta.
Que yace en tu velo.

Me miras y ríes.
Y te acompaño decidido.
No asido del corazón ni de tu mano.
Si no de todo lo aprendido.
Que me volvió más humano.

Ya no rezo , no pido .
Pues nada en mi han esculpido.
No oyeron oraciones.
No escucharon peticiones.

Acallaron lamentaciones.
Con malditas repeticiones.
Con números nones.
Negando los pares.

Cuando yo solo deseaba ser dos.
Y que los dos fuéramos uno.

Ahora sigo en ti, persigo a tu lado.
Aquello para lo que soy osado.
Poder conocer y decir que es verdad.
Que aún queda humanidad.
Por muy lejos que parezca de la realidad.